Colección de discursos agrupados numéricamente
11–20. Capítulo sobre cuestiones disciplinarias
“He aquí, monjes, hay estos dos poderes. Y, ¿Cuáles son esos dos? El poder de la reflexión y el poder del desarrollo.
“Y, ¿qué es, monjes, el poder de la reflexión? He aquí, monjes, hay alguien que reflexiona así: ‘la mala conducta corporal tiene malos resultados tanto en la presente vida como en la vida futura; la mala conducta verbal tiene malos resultados tanto en la presente vida como en la vida futura; la mala conducta mental tiene malos resultados tanto en la presente vida como en la vida futura.’ Habiendo reflexionado de esta manera, abandona la mala conducta corporal y desarrolla la buena conducta corporal; abandona la mala conducta verbal y desarrolla la buena conducta verbal; abandona la mala conducta mental y desarrolla la buena conducta mental. Entonces, se mantiene a sí mismo en la pureza. A éste se le llama, monjes, el poder de la reflexión.
“Y, ¿qué es, monjes, el poder del desarrollo? El poder del desarrollo, monjes, es el poder de los aprendices. Apoyándose en el poder del aprendiz, uno abandona, la codicia, la animadversión y la falsa ilusión. Habiendo abandonado la codicia, la animadversión y la falsa ilusión, uno no hace nada perjudicial, uno no persigue nada malo. A éste se le llama, monjes, el poder del desarrollo.
“Estos son, monjes, los dos poderes.”
“He aquí, monjes, hay estos dos poderes. Y, ¿Cuáles son esos dos? El poder de la reflexión y el poder del desarrollo.
“Y, ¿qué es, monjes, el poder de la reflexión? He aquí, monjes, hay alguien que reflexiona así: ‘la mala conducta corporal tiene malos resultados tanto en la presente vida… sigue como en el sutta anterior. A éste se le llama, monjes, el poder de la reflexión.
“Y, ¿qué es, monjes, el poder del desarrollo? El monje desarrolla el factor de la iluminación de la atención consciente que se basa en la reclusión, el desapasionamiento, el cese, y madura en la liberación. Además, desarrolla el factor de la iluminación de la discriminación de los fenómenos… el factor de la iluminación de la discriminación de la energía… el factor de la iluminación de la discriminación del arrobamiento… el factor de la iluminación de la discriminación de la tranquilidad… el factor de la iluminación de la discriminación de la concentración… el factor de la iluminación de la discriminación de la ecuanimidad que se basa en la reclusión, el desapasionamiento, el cese, y madura en la liberación. A éste se le llama, monjes, el poder del desarrollo.
“Estos son, monjes, los dos poderes.”
“He aquí, monjes, hay estos dos poderes. Y, ¿Cuáles son esos dos? El poder de la reflexión y el poder del desarrollo.
“Y, ¿qué es, monjes, el poder de la reflexión? He aquí, monjes, hay alguien que reflexiona así: ‘la mala conducta corporal tiene malos resultados tanto en la presente vida… sigue como en el sutta anterior. A éste se le llama, monjes, el poder de la reflexión.
“Y, ¿qué es, monjes, el poder del desarrollo? He aquí, monjes, recluido de los placeres sensuales, recluido de los perjudiciales estados mentales, el monje entra y permanece en el primer jhana, que consiste en el arrobamiento y felicidad nacidos de la reclusión, acompañado por el pensamiento aplicado y sostenido. Al calmarse el pensamiento aplicado y sostenido, entra y permanece en el segundo jhana, el cual tiene la placidez interior y la unificación mental y consiste en el arrobamiento y felicidad nacidos de la concentración, sin el pensamiento aplicado y sostenido. Al desaparecer el arrobamiento, permanece ecuánime, con atención consciente y clara comprensión, y experimenta la felicidad en su cuerpo; entonces, entra y permanece en el tercer jhana, del cual los nobles declararon: ‘él es ecuánime, atentamente consciente y es alguien que tiene una morada feliz’. Al abandonar la felicidad y la pena, con la previa desaparición de la alegría y el abatimiento, entra y permanece en el cuarto jhana, ni penoso ni placentero, el cual tiene la purificación de la atención consciente mediante la ecuanimidad. A éste se le llama, monjes, el poder del desarrollo.
“Estos son, monjes, los dos poderes.”
“Monjes, el Tathagata tiene esas dos clases de la enseñanza del Dhamma. Y, ¿Cuáles son esas dos? En resumen y en detalle. Estas son las dos clases de la enseñanza del Dhamma que tiene el Tathagata.
“Monjes, en consideración de alguna cuestión disciplinaria particular, si el monje que cometió la ofensa y el monje que lo reprobó, no reflexionan profundamente ambos sobre sí mismos, se puede esperar que esta cuestión disciplinaria conducirá a asperezas y animosidad por mucho tiempo y los monjes no van a morar en comodidad. Pero, si el monje que cometió la ofensa y el monje que lo reprobó, reflexionan profundamente ambos sobre sí mismos, se puede esperar que esta cuestión disciplinaria no conducirá a asperezas y animosidad por mucho tiempo y los monjes van a morar en comodidad.
“Y, ¿cómo, monjes, reflexiona profundamente el monje que cometió la ofensa sobre sí mismo? He aquí, monjes, el monje que cometió la ofensa reflexiona así: ‘he cometido esta perjudicial acción particular con el cuerpo. Aquel monje me vio haciéndolo. Si yo no hubiese cometido aquella perjudicial acción particular con mi cuerpo, él no podría verme haciendo eso. Pero, como he cometido esta perjudicial acción particular con el cuerpo, aquel monje me vio haciéndolo. Y cuando me vio cometer aquella perjudicial acción particular con mi cuerpo, se disgustó. Siendo disgustado, expresó su disgusto a mí. Y porque haya expresado su disgusto a mí, yo también me disgusté. Siendo disgustado, informé de eso a otros. Así, en este caso fui alguien que incurrió en transgresión, al igual que un viajero lo hace cuando evita los impuestos de sus bienes”. Es de esta manera, monjes, que el monje que cometió la ofensa debe reflexionar profundamente sobre sí mismo.
“Y, ¿cómo, monjes, reflexiona profundamente el monje que lo reprobó sobre sí mismo? He aquí, monjes, el monje que lo reprobó reflexiona así: ‘este monje ha cometido esta perjudicial acción particular con el cuerpo. Y yo vi haciéndolo. Si él no hubiese cometido aquella perjudicial acción particular con su cuerpo, yo no podría verle haciendo eso. Pero, como él ha cometido esta perjudicial acción particular con el cuerpo, yo le vi haciéndolo. Y cuando le vi cometer aquella perjudicial acción particular con su cuerpo, me disgusté. Siendo disgustado, expresé mi disgusto a él. Y porque haya expresado mi disgusto a él, él también se disgustó. Siendo disgustado, informó de eso a otros. Así, en este caso fui alguien que incurrió en transgresión, al igual que un viajero lo hace cuando evita los impuestos de sus bienes”. Es de esta manera, monjes, que el monje que cometió la ofensa debe reflexionar profundamente sobre sí mismo.
“Monjes, en consideración de alguna cuestión disciplinaria particular, si el monje que cometió la ofensa y el monje que lo reprobó, no reflexionan profundamente ambos sobre sí mismos, se puede esperar que esta cuestión disciplinaria conducirá a asperezas y animosidad por mucho tiempo y los monjes no van a morar en comodidad. Pero, si el monje que cometió la ofensa y el monje que lo reprobó, reflexionan profundamente ambos sobre sí mismos, se puede esperar que esta cuestión disciplinaria no conducirá a asperezas y animosidad por mucho tiempo y los monjes van a morar en comodidad.”
Entonces, un cierto brahmán se acercó al Bienaventurado e intercambió con él cordiales saludos. Cuando concluyeron sus saludos y amables palabras de bienvenida, se sentó a un lado y dijo al Bienaventurado: “¿Por qué es así, maestro Gotama, que algunos seres aquí, con la ruptura de sus cuerpos después de la muerte, renacen en el plano de miseria, en el mal destino, en el mundo bajo, en el infierno?”
“Esto se debe, brahmán, a la conducta contraria al Dhamma, a la conducta incorrecta, que algunos seres aquí, con la ruptura de sus cuerpos después de la muerte, renacen en el plano de miseria, en el mal destino, en el mundo bajo, en el infierno”.
“Y, ¿por qué es así, maestro Gotama, que algunos seres aquí, con la ruptura de sus cuerpos después de la muerte, renacen en el buen destino, en el mundo celestial?”
“Esto se debe, brahmán, a la conducta de acuerdo con el Dhamma, a la conducta correcta, que algunos seres aquí, con la ruptura de sus cuerpos después de la muerte, renacen en el buen destino, en el mundo celestial”.
“¡Excelente, maestro Gotama, Excelente, maestro Gotama! El maestro Gotama esclareció el Dhamma de diferentes maneras, como si enderezara lo que estaba torcido, revelara lo que estaba oculto, mostrara el camino a los que estaban perdidos o sostuviera una lámpara en medio de la oscuridad de manera tal que los de buena vista pudieran ver las formas. Ahora voy por refugio a maestro Gotama, al Dhamma y al Sangha de los monjes. Que el maestro Gotama me considere como su seguidor laico a partir de ahora, que ha ido por refugio de por vida”.
Entonces, el brahmán Janussoni se acercó al Bienaventurado e intercambió con él cordiales saludos. Cuando concluyeron sus saludos y amables palabras de bienvenida, se sentó a un lado y dijo al Bienaventurado: “¿Por qué es así, maestro Gotama, que algunos seres aquí, con la ruptura de sus cuerpos después de la muerte, renacen en el plano de miseria, en el mal destino, en el mundo bajo, en el infierno?”
“Esto se debe, brahmán, a lo que ha sido hecho y a lo que no ha sido hecho que algunos seres aquí, con la ruptura de sus cuerpos después de la muerte, renacen en el plano de miseria, en el mal destino, en el mundo bajo, en el infierno”.
“Y, ¿por qué es así, maestro Gotama, que algunos seres aquí, con la ruptura de sus cuerpos después de la muerte, renacen en el buen destino, en el mundo celestial?”
“Esto se debe, brahmán, a lo que ha sido hecho y a lo que no ha sido hecho que algunos seres aquí, con la ruptura de sus cuerpos después de la muerte, renacen en el buen destino, en el mundo celestial”.
“Maestro Gotama, no entiendo en detalle el significado de la declaración que ha dicho en resumen, sin el análisis del significado en resumen. Sería bueno que le maestro Gotama me enseñase el Dhamma de manera tal que pueda entender en detalle el significado de esta declaración”.
“Entonces bien, brahmán, escucha y presta atención que voy a hablar”.
“Sí, señor”, respondió el brahmán Janussoni y el Bienaventurado continuó:
“He aquí, brahmán, alguien ha realizado una acción de mala conducta corporal, y no una acción de buena conducta corporal; ha realizado una acción de mala conducta verbal, y no una acción de buena conducta verbal; ha realizado una acción de mala conducta mental, y no una acción de buena conducta mental. A esto se debe, brahmán, que por lo que ha sido hecho y por lo que no ha sido hecho, algunos seres aquí, con la ruptura de sus cuerpos después de la muerte, renacen en el plano de miseria, en el mal destino, en el mundo bajo, en el infierno. Pero por otro lado, brahmán, alguien ha realizado una acción de buena conducta corporal, y no una acción de mala conducta corporal; ha realizado una acción de buena conducta verbal, y no una acción de mala conducta verbal; ha realizado una acción de buena conducta mental, y no una acción de mala conducta mental. A esto se debe, brahmán, que por lo que ha sido hecho y por lo que no ha sido hecho, algunos seres aquí, con la ruptura de sus cuerpos después de la muerte, renacen en el buen destino, en el mundo celestial.”
“¡Excelente, maestro Gotama… igual que en 2,16. Que el maestro Gotama me considere como su seguidor laico a partir de ahora, que ha ido por refugio de por vida”.
Entonces, el Venerable Ananda se acercó al Bienaventurado, le rindió homenaje y se sentó a un lado. Acto seguido, el Bienaventurado le dijo:
“Yo declaro, Ananda, definitivamente que las acciones de mala conducta corporal, mala conducta verbal y mala conducta mental no deben ser realizadas.”
“Puesto que el Bienaventurado declara definitivamente que las acciones de mala conducta corporal, mala conducta verbal y mala conducta mental no deben ser realizadas, ¿qué peligro se puede esperar actuando de esta manera?”
“Ananda, yo declaré definitivamente que las acciones de mala conducta corporal, mala conducta verbal y mala conducta mental no deben ser realizadas, porque actuando de esta manera, se puede esterar este peligro: uno se culpa a sí mismo; el sabio, habiéndolo investigado, le censura a uno; malos relatos circulan acerca de uno; uno muere confundido; y con la ruptura del cuerpo, después de la muerte, uno renace en el plano de miseria, en el mal destino, en el mundo bajo, en el infierno. Yo declaré, Ananda, definitivamente que las acciones de mala conducta corporal, mala conducta verbal y mala conducta mental no deben ser realizadas, porque actuando de esta manera, se puede esperar este peligro.
“Yo declaro, Ananda, definitivamente que las acciones de buena conducta corporal, buena conducta verbal y buena conducta mental deben ser realizadas.”
“Puesto que el Bienaventurado declara definitivamente que las acciones de buena conducta corporal, buena conducta verbal y buena conducta mental deben ser realizadas, ¿qué beneficio se puede esperar actuando de esta manera?”
“Ananda, yo declaré definitivamente que las acciones de buena conducta corporal, buena conducta verbal y buena conducta mental deben ser realizadas, porque actuando de esta manera, se puede esterar este beneficio: uno no se culpa a sí mismo; el sabio, habiéndolo investigado, le alaba a uno; uno adquiere una buena reputación; uno muere sin confusión; y con la ruptura del cuerpo, después de la muerte, uno renace en el buen destino, en el mundo celestial. Yo declaré, Ananda, definitivamente, que las acciones de buena conducta corporal, buena conducta verbal y buena conducta mental deben ser realizadas, porque actuando de esta manera, se puede esperar este beneficio”.
“Monjes, abandonad lo perjudicial. Es posible abandonar lo perjudicial. Si fuera imposible abandonar lo perjudicial no os diría: ‘monjes, abandonad lo perjudicial’. Pero como es posible abandonar lo perjudicial, os digo: ‘monjes, abandonad lo perjudicial’. Si ese abandono de lo perjudicial condujese al dolor y el sufrimiento, no os diría: ‘monjes, abandonad lo perjudicial’. Pero como este abandono de lo perjudicial conduce al bienestar y felicidad, os digo: ‘monjes, abandonad lo perjudicial’.
“Monjes, desarrollad lo beneficioso. Es posible desarrollar lo beneficioso. Si fuera imposible desarrollar lo beneficioso, no os diría: ‘monjes, desarrollad lo beneficioso’. Pero como es posible desarrollar lo beneficioso, os digo: ‘monjes, desarrollad lo beneficioso’. Si ese desarrollo de lo beneficioso condujese al dolor y el sufrimiento, no os diría: ‘monjes, desarrollar lo beneficioso’. Pero como este desarrollo de lo beneficioso conduce al bienestar y felicidad, os digo: ‘monjes, desarrollad lo beneficioso’”.
“Monjes, he aquí estas dos cosas que conducen al declive y desaparición del buen Dhamma. Y, ¿cuáles son esas dos? El mal sentido de las palabras y las frases y la mala interpretación del significado. Cuando las palabras y las frases tienen mal sentido, surge la mala interpretación del significado. Estas son las dos cosas que conducen al declive y desaparición del buen Dhamma.
“Monjes, he aquí estas dos cosas que conducen a la continuación, al no declive y la no desaparición del buen Dhamma. Y, ¿cuáles son esas dos? El buen sentido de las palabras y las frases y la buena interpretación del significado. Cuando las palabras y las frases tienen buen sentido, surge la buena interpretación del significado. Estas son las dos cosas que conducen a la continuación, al no declive y la no desaparición del buen Dhamma.”