Majjhima Nikaya 130

Devaduta Sutta

Los divinos mensajeros

Esto he escuchado: En una ocasión, el Bienaventurado estaba morando en la Arboleda Jeta del Parque de Anathapindika cerca de Savatthi. Estando allí se dirigió a los monjes de esta manera: “Monjes”.—"Sí, venerable señor”, respondieron los monjes y el Bienaventurado continuó:

“Monjes, imaginad a dos casas con puertas abiertas y a un hombre de buena vista parado entre ellas y viendo cómo la gente va y viene, entra y sale por aquí y por allá. De la misma manera, monjes, con el ojo divino que es purificado y superior al humano, también yo veo a los hombres fallecer y reaparecer, hombres superiores e inferiores, bellos y feos, afortunados e infelices. Y comprendo cómo los seres pasan de acuerdo a sus acciones de esta manera: ‘estos seres dignos, que se condujeron bien en el cuerpo, el habla y la mente, no maldijeron a los nobles, mantuvieron rectos puntos de vista, permitieron que sus rectos puntos de vista hicieran efecto en sus acciones, al disolverse sus cuerpos después de la muerte, han reaparecido en el destino feliz, hasta en el mundo celestial. U otros seres dignos, que se condujeron bien en el cuerpo, el habla y la mente, no maldijeron a los nobles, mantuvieron rectos puntos de vista, permitieron que sus rectos puntos de vista hicieran efecto en sus acciones, al disolverse sus cuerpos después de la muerte, han reaparecido entre los seres humanos. Pero estos seres dignos, que se condujeron mal en el cuerpo, el habla y la mente, maldijeron a los nobles, mantuvieron incorrectos puntos de vista, permitieron que sus incorrectos puntos de vista hicieran efecto en sus acciones, al disolverse sus cuerpos después de la muerte, han reaparecido en el plano de los espíritus hambrientos. U otros seres dignos, que se condujeron mal en el cuerpo, el habla y la mente, maldijeron a los nobles, mantuvieron incorrectos puntos de vista, permitieron que sus incorrectos puntos de vista hicieran efecto en sus acciones, al disolverse sus cuerpos después de la muerte, han reaparecido en el reino animal. Y otros seres dignos, que se condujeron mal en el cuerpo, el habla y la mente, maldijeron a los nobles, mantuvieron incorrectos puntos de vista, permitieron que sus incorrectos puntos de vista hicieran efecto en sus acciones, al disolverse sus cuerpos después de la muerte, han reaparecido en el estado de privación, en el destino infeliz, en la perdición, hasta en el infierno.’

“Entonces, los guardianes del infierno agarran a semejante ser por los hombres y lo conducen en la presencia del rey Yama, diciendo: ‘Señor, este hombre ha maltratado a su madre, ha maltratado a su padre, ha maltratado a los ascetas y ha maltratado a los brahmanes; no respetó a los ancianos de su clan. Que el rey le aplique el castigo correspondiente.’

“Entonces el rey Yama lo presiona y lo cuestiona con preguntas cruzadas acerca del primer mensajero divino: ‘Buen hombre, ¿no has visto al primer mensajero divino que apareció en el mundo?’ Y él responde: ‘No, venerable señor’. Entonces el rey Yama dice: ‘Buen hombre, no has visto nunca en el mundo a un bebé tierno en decúbito prono sucio en su propio excremento y orina?’ Y él responde: ‘Sí, venerable señor’.

“Entonces el rey Yama dice: ‘Buen hombre, y ¿nunca se te había ocurrido—como a un hombre maduro e inteligente- que «yo también estoy sujeto al nacimiento. No estoy exento del nacimiento: ciertamente es mejor que haga el bien a través del cuerpo, el habla y la mente»?’ Y él responde: ‘no fui capaz, venerable señor, he sido negligente’. Entonces, el rey Yama dice: ‘Buen hombre, mediante esa negligencia has fallado en hacer el bien con el cuerpo, el habla y la mente. Ciertamente ellos procederán contigo de acuerdo a tu negligencia. Pero estas malas acciones tuyas no han sido hechas por tu madre ni padre, por tu hermano ni hermana, por tus amigos ni compañeros, por tus parientes cercanos ni lejanos, por los ascetas, brahmanes ni dioses: esas malas acciones han sido hechas por ti mismo y tú mismo experimentarás sus resultados.’

“Acto seguido, después de haberlo presionado y cuestionado con preguntas cruzadas acerca del primer mensajero el rey Yama lo presiona y lo cuestiona con preguntas cruzadas acerca del segundo mensajero divino: ‘Buen hombre, ¿no has visto al segundo mensajero divino que apareció en el mundo?’ Y él responde: ‘No, venerable señor’. Entonces el rey Yama dice: ‘Buen hombre, no has visto nunca en el mundo a un hombre o una mujer de ochenta, noventa o cien años, envejecido, curvado como los soportes del techo, doblado, apoyado sobre un palo cuando camina, tambaleante, quebradizo, con su juventud hecha recuerdo, con sus dientes caídos, con sus cabellos grises y escasos, arrugado, con sus miembros cubiertos de manchas?’ Y él responde: ‘Sí, venerable señor’.

“Entonces, el rey Yama dice: ‘Buen hombre, y ¿nunca se te había ocurrido—como a un hombre maduro e inteligente- que «yo también estoy sujeto a la vejez. No estoy exento de la vejez: ciertamente es mejor que haga el bien a través del cuerpo, el habla y la mente»?’ Y él responde: ‘no fui capaz, venerable señor, he sido negligente’. Entonces, el rey Yama dice: ‘Buen hombre, mediante esa negligencia has fallado en hacer el bien con el cuerpo, el habla y la mente. Ciertamente ellos procederán contigo de acuerdo a tu negligencia. Pero estas malas acciones tuyas no han sido hechas por tu madre ni padre, por tu hermano ni hermana, por tus amigos ni compañeros, por tus parientes cercanos ni lejanos, por los ascetas, brahmanes ni dioses: esas malas acciones han sido hechas por ti mismo y tú mismo experimentarás sus resultados.’

“Acto seguido, después de haberlo presionado y cuestionado con preguntas cruzadas acerca del segundo mensajero el rey Yama lo presiona y lo cuestiona con preguntas cruzadas acerca del tercer mensajero divino: ‘Buen hombre, ¿no has visto al tercer mensajero divino que apareció en el mundo?’ Y él responde: ‘No, venerable señor’. Entonces el rey Yama dice: ‘Buen hombre, no has visto nunca en el mundo a un hombre o una mujer afligido, que sufre y está gravemente enfermo, sucio en su propio excremento y orina, levantado con la ayuda de unos y recostado con la ayuda de otros?’ Y él responde: ‘Sí, venerable señor’.

“Entonces, el rey Yama dice: ‘Buen hombre, y ¿nunca se te había ocurrido—como a un hombre maduro e inteligente- que «yo también estoy sujeto a la enfermedad. No estoy exento de la enfermedad: ciertamente es mejor que haga el bien a través del cuerpo, el habla y la mente»?’ Y él responde: ‘no fui capaz, venerable señor, he sido negligente’. Entonces, el rey Yama dice: ‘Buen hombre, mediante esa negligencia has fallado en hacer el bien con el cuerpo, el habla y la mente. Ciertamente ellos procederán contigo de acuerdo a tu negligencia. Pero estas malas acciones tuyas no han sido hechas por tu madre ni padre, por tu hermano ni hermana, por tus amigos ni compañeros, por tus parientes cercanos ni lejanos, por los ascetas, brahmanes ni dioses: esas malas acciones han sido hechas por ti mismo y tú mismo experimentarás sus resultados.’

“Acto seguido, después de haberlo presionado y cuestionado con preguntas cruzadas acerca del tercer mensajero el rey Yama lo presiona y lo cuestiona con preguntas cruzadas acerca del cuarto mensajero divino: ‘Buen hombre, ¿no has visto al cuarto mensajero divino que apareció en el mundo?’ Y él responde: ‘No, venerable señor’. Entonces el rey Yama dice: ‘Buen hombre, no has visto nunca en el mundo que cuando un ladrón es hallado culpable los reyes le infligen muchas clases de torturas: le azotan con látigos, le golpean con bastones, le golpean con garrotes, le cortan las manaos, le cortan los pies, le cortan las manos y los pies, le cortan las orejas, le cortan la nariz, le cortan las orejas y la nariz, se someten a ‘gachas de la olla’, al ‘afeitar como cáscara pulida’, a la ‘boca de Rahu’, a la ‘corona del fuego’, a la ‘mano ardiente’, a las ‘brinzas de hierba’, al ‘vestido de la corteza’, a la ‘antílope’, a los ‘ganchos de la carne’, a las ‘monedas’, a la ‘lejía de decapado’, al ‘pasador pivotante’, al ‘jergón enrollado’. Le salpican con aceite hirviente, hacen que sea devorado por los perros, lo empalan vivo en estacas y cortan su cabeza con la espada?’ Y él responde: ‘Sí, venerable señor’.

“Entonces, el rey Yama dice: ‘Buen hombre, y ¿nunca se te había ocurrido

-como a un hombre maduro e inteligente-

que «aquellos que cometen las malas acciones son torturados por los reyes aquí y ahora, cuánto más, entonces, en la vida venidera»?’ Y él responde: ‘no fui capaz, venerable señor, he sido negligente’. Entonces, el rey Yama dice: ‘Buen hombre, mediante esa negligencia has fallado en hacer el bien con el cuerpo, el habla y la mente. Ciertamente ellos procederán contigo de acuerdo a tu negligencia. Pero estas malas acciones tuyas no han sido hechas por tu madre ni padre, por tu hermano ni hermana, por tus amigos ni compañeros, por tus parientes cercanos ni lejanos, por los ascetas, brahmanes ni dioses: esas malas acciones han sido hechas por ti mismo y tú mismo experimentarás sus resultados.’

“Acto seguido, después de haberlo presionado y cuestionado con preguntas cruzadas acerca del cuarto mensajero el rey Yama lo presiona y lo cuestiona con preguntas cruzadas acerca del quinto mensajero divino: ‘Buen hombre, ¿no has visto al quinto mensajero divino que apareció en el mundo?’ Y él responde: ‘No, venerable señor’. Entonces el rey Yama dice: ‘Buen hombre, no has visto nunca en el mundo a un hombre o una mujer en el primer día de su muerte, en el segundo día de su muerte, en el tercer día de su muerte, hinchado, lívido, supurado con la materia?’ Y él responde: ‘Sí, venerable señor’.

“Entonces, el rey Yama dice: ‘Buen hombre, y ¿nunca se te había ocurrido—como a un hombre maduro e inteligente- que «yo también estoy sujeto a la muerte. No estoy exento de la muerte: ciertamente es mejor que haga el bien a través del cuerpo, el habla y la mente»?’ Y él responde: ‘no fui capaz, venerable señor, he sido negligente’. Entonces, el rey Yama dice: ‘Buen hombre, mediante esa negligencia has fallado en hacer el bien con el cuerpo, el habla y la mente. Ciertamente ellos procederán contigo de acuerdo a tu negligencia. Pero estas malas acciones tuyas no han sido hechas por tu madre ni padre, por tu hermano ni hermana, por tus amigos ni compañeros, por tus parientes cercanos ni lejanos, por los ascetas, brahmanes ni dioses: esas malas acciones han sido hechas por ti mismo y tú mismo experimentarás sus resultados.’

“Entonces, después de haberlo presionado y cuestionado con preguntas cruzadas acerca de los cinco mensajeros, el rey Yama permanece en silencio.

“Entonces los guardianes del infierno le torturan con cinco clases de transfixiones. Impulsan un poste de hierro candente hacia una de sus manos, impulsan un poste de hierro candente hacia la otra de sus manos, impulsan un poste de hierro candente hacia una de sus pies, impulsan un poste de hierro candente hacia la otra de sus pies e impulsan un poste de hierro candente hacia su vientre. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Acto seguido, los guardianes del infierno lo echan abajo y lo hunden en cenizas. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Acto seguido, los guardianes del infierno ponen sus pies atadas a la cabeza y lo ponen con las azuelas. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Acto seguido, los guardianes del infierno lo atan a un carro y lo aprovechan para que lo estire de arriba abajo a lo largo de un suelo ardiente en llamas, candente. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Acto seguido, los guardianes del infierno le hacen subir y bajar por un montón de carbones ardientes, llameantes, candentes. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Acto seguido, los guardianes del infierno atan sus pies a la cabeza y le hacen caer dentro de una caldera con el hierro ardiente derretido, llameante, candente. Y él se cocina allí en el remolino de la espuma. Y al haberse cocinado allí en el remolino de la espuma, es tirado arriba, otra vez abajo y otra, a lo largo de la caldera. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Acto seguido, los guardianes del infierno le echan dentro del Gran Infierno. Ahora bien, en cuanto al Gran Infiero, monjes:

  • Tiene cuatro esquinas y está construido
  • Con cuatro puertas, una en cada lado.
  • Tapiado con hierro alrededor,
  • Y encerrado adentro con el techo de hierro.
  • El piso también hecho de hierro
  • Caliente y alumbrando por el fuego.
  • Su rango completo es de cien leguas
  • Con lo cual lo penetra todo.

“Ahora bien, las llamas que surgen en el Gran Infierno en la pared oriental se estrellan por la pared occidental. Las llamas que surgen en el Gran Infierno en la pared occidental se estrellan por la pared oriental. Las llamas que surgen en el Gran Infierno en la pared del norte se estrellan por la pared del sur. Las llamas que surgen en el Gran Infierno en la pared del sur se estrellan por la pared del norte. Las llamas que surgen en el Gran Infierno en el piso occidental se estrellan por el techo. Las llamas que surgen en el Gran Infierno en techo se estrellan por el suelo. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Alguna que otra vez, monjes, al finalizar un muy largo periodo de tiempo, llega la ocasión, en la cual la puerta oriental del Gran Infierno se abre. Entonces él corre hacia ella, pisando rápidamente. Y mientras hace eso, su piel exterior se quema, su piel interior se quema, su carne se quema, sus tendones se queman, sus huesos se vuelven ahumados; y lo mismo pasa cuando levanta sus pies [corriendo]. Cuando al final está por alcanzar la puerta, la misma se cierra. Y allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Alguna que otra vez, monjes, al finalizar un muy largo periodo de tiempo, llega la ocasión, en la cual la puerta occidental… la puerta del norte… la puerta del sur del Gran Infierno se abre. Entonces él corre hacia ella, pisando rápidamente. Y mientras hace eso, su piel exterior se quema, su piel interior se quema, su carne se quema, sus tendones se queman, sus huesos se vuelven ahumados; y lo mismo pasa cuando levanta sus pies [corriendo]. Cuando al final está por alcanzar la puerta, la misma se cierra. Y allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Alguna que otra vez, monjes, al finalizar un muy largo periodo de tiempo, llega la ocasión, en la cual la puerta oriental del Gran Infierno se abre. Entonces él corre hacia ella, pisando rápidamente. Y mientras hace eso, su piel exterior se quema, su piel interior se quema, su carne se quema, sus tendones se queman, sus huesos se vuelven ahumados; y lo mismo pasa cuando levanta sus pies [corriendo]. Y él pasa aquella puerta hacia afuera.

“Pero inmediatamente después del Gran Infierno está el vasto Infierno de Excremento. Y él cae dentro de él. En aquel Infierno de Excremento las criaturas que tienen agujas en sus bocas atraviesan su piel exterior, atraviesan su piel interior, atraviesan su carne, atraviesan sus tendones, atraviesan y devoran su médula. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Inmediatamente después del vasto Infierno de Excremento está el vasto Infierno de las Brasas. Y él cae dentro de él. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Inmediatamente después del vasto Infierno de las Brasas está el vasto Bosque de los Árboles Simbali, altos de una legua, erizados con espinas largas de dieciséis pulgadas, quemándose, flameando y ardiendo. Y le hacen subir y bajar por esos árboles. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Inmediatamente después del vasto Bosque de los Árboles Simbali está el vasto Bosque de Árboles con Hojas-Espadas. Y él cae dentro de él. Y estas hojas, estiradas por el viento cortan sus manos, cortan sus pies, cortan sus manos y los pies; cortan sus orejas, cortan su nariz, cortan sus orejas y la nariz. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Inmediatamente después del vasto Bosque de Árboles con Hojas-Espadas está el gran río de aguas cáusticas. Y él cae dentro de él. Allí está arrastrado con la corriente, luego contra la corriente, y luego en ambas direcciones: con y contra la corriente. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Después, los guardianes del infierno lo estiran afuera con un gancho y lo montan en el suelo preguntándolo: ‘Buen hombre, ¿qué es lo que quieres?’ Él responde: ‘Tengo hambre, venerables señores’. Entonces los guardianes del infierno abren su boca con las tenazas de hierro ardientes, flameantes y candentes, y llenan su boca con una bola de metal ardiente, flameante y candente. La misma quema sus labios, quema su boca, quema su garganta, quema su estómago y sale hacia abajo atravesando sus intestinos y el mesenterio. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Después, los guardianes del infierno le preguntan: ‘Buen hombre, ¿qué es lo que quieres?’ Él responde: ‘Tengo sed, venerables señores’. Entonces los guardianes del infierno abren su boca con las tenazas de hierro ardientes, flameantes y candentes, y llenan su boca del cobre fundido. El mismo quema sus labios, quema su boca, quema su garganta, quema su estómago y sale hacia abajo atravesando sus intestinos y el mesenterio. Allí siente sensaciones penosas, atroces y desgarradoras, pero aún así no muere hasta tanto los resultados de sus malas acciones no se extinguen.

“Después de eso, los guardianes del infierno le vuelven a llevar al Gran Infierno.

“Y ha sucedido que el rey Yama pensó lo siguiente: ‘Aquellos en el mundo que cometen las malas y perjudiciales acciones realmente sufren todas esas torturas que se les inflige. Ojalá pueda alcanzar el estado humano y el Tathagata, el realizado y plenamente iluminado aparezca en el mundo, de modo que pueda esperar al Bienaventurado y el Bienaventurado me enseñe el Dhamma, para que finalmente llegue a comprender el Dhamma del Bienaventurado’.

“Monjes, os cuento eso no como algo que había escuchado de algún otro asceta o brahmán, sino os cuento eso como algo que he visto, conocido y descubierto realmente por mí mismo”.

Esto fue lo que el Bienaventurado dijo. Y cuando el Sublime lo dijo, el Maestro agregó lo siguiente:

  • Por más que hayas sido advertidos por los divinos mensajeros,
  • Muchos tontos siguen siendo negligentes,
  • Y la gente sufre mucho dolor
  • Una vez que baja a los mundos inferiores.
  • Pero cuando, a través de los divinos mensajeros
  • La buena gente está advertida aquí en esta vida,
  • Ellos no permanecen más en la negligencia,
  • Sino que practican bien el noble Dhamma.
  • Al apego lo miran con miedo
  • Como a algo que produce nacimientos y muertes.
  • Ellos permanecen en la dicha por estar seguros,
  • Por haber alcanzado el Nibbana aquí y ahora.
  • Están más allá del miedo y del odio;
  • Se han escapado de toda la insatisfacción.