Majjhima Nikaya 86
Angulimala Sutta
Discurso sobre Angulimala
En una ocasión, el Bienaventurado estaba morando en la arboleda Jeta del parque del Anathapindika cerca de Savatthi. Esto he escuchado:
En ese tiempo, en el reino del rey Pasenadi de Kosala vivía un bandido de nombre Angulimala, quien era un asesino, un hombre brutal y sangriento, dado a la violencia y despiadado con los seres vivos. En esa época, destruía las campiñas, las ciudades y hasta pueblos enteros. Constantemente, estaba asesinando gente, ataviándose con una guirnalda hecha de los dedos [de sus víctimas].
Entonces, una mañana temprano, el Bienaventurado se vistió y, tomando su cuenco y el hábito exterior, se fue a Savatthi para pedir limosnas. Una vez que haya vuelto de su habitual ronda en búsqueda de las limosnas, cuando hubo comido y ordenado su lugar de descanso, tomó su cuenco y el hábito exterior y se dirigió por el camino que conducía hacia [donde estaba] Angulimala. Y los pastores de vacas y ovejas, los granjeros y los viajeros, al ver al Bienaventurado caminando sólo por el camino que conducía hacia [donde estaba] Angulimala, le decían lo siguiente: “No tomes ese camino, asceta. Este es el camino del bandido Angulimala, quien es un asesino, un hombre brutal y sangriento, dado a la violencia y despiadado con los seres vivos. Él destruye las campiñas, las ciudades y hasta pueblos enteros. Constantemente, está asesinando gente y se atavía con una guirnalda hecha de los dedos [de sus víctimas]. Hombres pasaron por ese camino que iban en grupos de diez, veinte, treinta y hasta cuarenta personas, y aún así cayeron en manos de Angulimala.” Pero cuando eso se dijo, el Bienaventurado prosiguió en silencio.
Entonces, por segunda vez… por tercera vez los pastores de vacas y ovejas, los granjeros y los viajeros, al ver al Bienaventurado caminando sólo por el camino que conducía hacia [donde estaba] Angulimala, le decían… Pero cuando eso se dijo, el Bienaventurado prosiguió en silencio.
Entonces, el bandido Angulimala divisó al Bienaventurado avanzar desde cierta distancia y cuando lo vio, pensó lo siguiente: “¡Esto es grandioso, es maravilloso! Antes pasaron por ese camino hombres que iban en grupos de diez, veinte, treinta y hasta cuarenta personas, y aún así cayeron en mis manos. Pero ahora, este asceta viene sólo, sin acompañamiento alguno, como si estuviera guiado por el destino. ¿Qué es lo me impide quitarle la vida?” Acto seguido, Angulimala tomó su espada y su escudo y, abrochándose con su arco y su carcaj, se puso a seguir al Bienaventurado de cerca.
Entonces, el Bienaventurado llevó a cabo una proeza con sus poderes sobrenaturales de tal manera, que el bandido Angulimala, aunque caminara tan rápido como le fuera posible, no podría alcanzar al Bienaventurado, el cual caminaba con su paso habitual. Entonces, el bandido Angulimala pensó lo siguiente: “¡Esto es grandioso, es maravilloso! Antes, yo podía alcanzar hasta al más veloz elefante y capturarlo, podía alcanzar hasta al más veloz caballo y capturarlo, podía alcanzar hasta al más veloz carro y capturarlo, podía alcanzar hasta al más veloz ciervo y capturarlo, pero ahora, por más que esté caminando tan rápido como me sea posible, no puedo alcanzar a ese asceta, que camina con su paso habitual.” Entonces, se paró y llamó al Bienaventurado: “¡Deténte, asceta! ¡Deténte, asceta!”
“Me detuve, Angulimala, deténte también tú”.
Entonces, el bandido Angulimala pensó: “Este asceta, el hijo de los sakyas, habla la verdad y reafirma la verdad; sin embargo, aunque ese asceta está todavía caminando, dijo ‘me detuve, Angulimala, deténte también tú’. ¿Qué tal si le hago algunas preguntas a ese asceta?”
Entonces, el bandido Angulimala se dirigió al Bienaventurado en versos de esta manera:
Mientras estás caminando, asceta, me dices que te detuviste;
Pero ahora, cuando yo me detuve, dices que aún no lo hice.
Te pregunto ahora, asceta, sobre el significado de eso:
¿Cómo es que tú te detuviste y yo aún no lo hice?
Angulimala, yo me detuve para siempre,
Me abstuve de violentar a los seres vivos;
Pero tú, no te has restringido hacia los seres vivos:
Es por eso, que yo me detuve, pero tú, aún no lo hiciste.
Oh, por fin ese asceta, el venerado sabio,
Ha llegado a este gran bosque para mi bien,
Habiendo escuchado tu verso de la enseñanza del Dhamma,
Yo realmente voy a renunciar al mal para siempre.
Dicho esto, el bandido tomó su espada y las armas,
Y las lanzó desde la sima a un hueco foso;
El bandido veneró los pies del Sublime,
Y allí y entonces pidió el renunciamiento.
El Iluminado, el Sabio de la Gran Compasión,
El Maestro del mundo con sus dioses,
Se dirigió a él con estas palabras: “Ven, monje”.
Y así fue, cómo aquél se convirtió en monje.
Entonces, el Bienaventurado emprendió el camino de vuelta a Savatthi en compañía de Angulimala como su ayudante. Caminando entre los pueblos, finalmente llegaron a Savatthi, a la arboleda Jeta del Parque del Anathapindika.
En esta ocasión, una gran muchedumbre se reunió en la puerta del palacio interior del rey Pasenadi, haciendo un gran ruido, gritando y llorando, le dijeron: “¡Señor, el bandido Angulimala está dentro de tu reino! ¡Él es un asesino, un hombre brutal y sangriento, dado a la violencia y despiadado con los seres vivos! ¡Él destruyó las campiñas, las ciudades y hasta pueblos enteros! ¡Constantemente, está asesinando gente, ataviándose con una guirnalda hecha de los dedos [de sus víctimas]! ¡El rey tiene que apresarle!”
Entonces, al medio día, el rey Pasenadi de Kosala se dirigió a Savatthi con la caballería compuesta de quinientos hombres, a los cuales hizo salir del Parque. Hasta dónde el camino le permitía, estaba conduciendo un carruaje, pero luego descendió de él y se fue a pie junto al Bienaventurado. Después de haberle rendido homenaje, se sentó a un lado y el Bienaventurado le preguntó lo siguiente: “¿Qué es eso, gran rey? ¿Es que el rey Seniya Bimbisara de Magadha le haya atacado? ¿O fue el Licchavis de Vesali o algún otro rey hostil?”
“Venerable señor, el rey Seniya Bimbisara de Magadha no me atacó, ni tampoco el de Licchavis de Vesali, ni ningún otro rey hostil. Pero he aquí, que un bandido de nombre Angulimala entró en mi reino, y él es un asesino, un hombre brutal y sangriento, dado a la violencia y despiadado con los seres vivos. Él destruyó las campiñas, las ciudades y hasta pueblos enteros. Constantemente, está asesinando gente, ataviándose con una guirnalda hecha de los dedos [de sus víctimas]. Tengo que apresarle, venerable señor”.
“Gran rey, imagine usted a Angulimala con su cabeza y barba raspadas, con un hábito amarillo puesto, imagine que haya renunciado a la vida hogareña para vivir el estilo de vida sin hogar. Imagine también que se abstuvo de matar a los seres vivos, de tomar lo que no le ha sido dado y de mentir; que ahora come una sola vez al día y que vive en celibato una vida virtuosa y de buen carácter. Si usted lo viera así, ¿cómo lo trataría?”
“Venerable señor, nosotros le rendiríamos homenaje, nos levantaríamos delante de él y le invitaríamos que tomara asiento. O, lo invitaríamos a que tomara el hábito, la comida, el lugar de descanso y los requisitos medicinales. O, arreglaríamos para él, un lugar de guarida, de defensa y de protección. Pero, venerable señor, ¿cómo podría semejante hombre inmoral y de mal carácter tener tanta virtud y restricción?”
En este momento, el Venerable Angulimala estaba sentado no muy lejos del Bienaventurado. Entonces, el Bienaventurado, extendió su brazo derecho y dijo al rey Pasenadi de Kosala: “Gran rey, él es Angulimala”.
Entonces, el rey Pasenadi se atemorizó, se alarmó y se aterrorizó. Viendo esto, el Bienaventurado le dijo: “No tenga miedo, gran rey, no tenga miedo. Usted no tiene nada qué temer de él”.
Entonces, el miedo, el pánico y el terror del rey disminuyeron. Y se acercó al Venerable Angulimala diciendo: “Venerable señor, ¿es el noble señor realmente Angulimala?”
“Sí, gran rey”.
“Venerable señor, ¿de qué familia es el padre del noble señor? ¿De qué familia es su madre?”
“Mi padre es Gagga, gran rey, y mi madre es Mantani”.
“Que el noble señor Gagga Mantaniputta descanse contento. Yo me encargaré de proveerle los hábitos, la comida, el lugar de descanso y los requisitos medicinales para el noble señor Gagga Mantaniputta”.
Pero en esa época, el Venerable Angulimala era un habitante del bosque, comía la comida de las limosnas, vestía el hábito hecho de harapos desechos y se restringía a sí mismo a tener sólo tres hábitos. De modo que respondió: “Tengo suficiente, gran rey, mi triple hábito está completo”.
Acto seguido, el rey Pasenadi retornó junto al Bienaventurado y, después de haberle rendido homenaje, se sentó a un lado y le dijo: “¡Esto es grandioso, es maravilloso! Venerable señor: es maravilloso cómo el Bienaventurado doma a lo indomable, trae paz a lo perturbado y conduce al Nibbana a aquellos que no han alcanzado el Nibbana. Venerable señor, nosotros no íbamos a poder domarlo ni siquiera con la fuerza, ni con las armas, y el Bienaventurado pudo hacerlo sin usar la fuerza ni las armas. Y ahora, venerable señor, vamos a partir. Estamos ocupados y tenemos mucho que hacer”.
“Puede retirarse, gran rey, según su propia conveniencia”.
Entonces, el rey Pasenadi de Kosala se levantó de su asiento, rindió homenaje al Bienaventurado y se retiró de allí cuidando que el Bienaventurado quedara siempre a su lado derecho.
Después de eso, una mañana temprano, el venerable Angulimala se vistió, tomó su cuenco y el hábito exterior y se fue a Savatthi en búsqueda de las limosnas. Mientras caminaba así, pidiendo limosna de casa en casa, vio a una mujer que estaba haciendo una labor muy difícil, una labor muy dolorosa. Y cuando vio esto, pensó: “¡Cómo están afligidos los seres! ¡Realmente, grande es la aflicción de los seres!”
Una vez que hubo caminado por Savatthi en búsqueda de limosnas, retornó de su habitual ronda y después de haberse alimentado fue junto al Bienaventurado, le rindió homenaje y se sentó a un lado. Acto seguido le dijo: “Venerable señor, esta mañana temprano me vestí, tomé mi cuenco y hábito exterior y me fui a Savatthi en búsqueda de las limosnas. Mientras caminaba así pidiendo limosna de casa en casa, vi a una mujer que estaba haciendo una labor muy difícil, una labor muy dolorosa. Y cuando vi esto, pensé: “¡Cómo están afligidos los seres! ¡Realmente, grande es la aflicción de los seres!”
“En este caso, Angulimala, entra a Savatthi y dile a esta mujer: ‘Hermana, desde que nací, no tengo memoria de haberle privado, alguna vez e intencionalmente, la vida de algún ser vivo. Mediante esta verdad, ¡que estés bien tú y tu pequeño hijo!’“
“Venerable señor, ¿cómo podría yo decir adrede semejante mentira, siendo que yo deliberadamente privé la vida a muchos seres vivos?”
“Entonces, Angulimala, entra a Savatthi y dile a esta mujer: ‘‘Hermana, desde que nací a la noble vida, no tengo memoria de haberle privado, alguna vez e intencionalmente, la vida de algún ser vivo. Mediante esta verdad, ¡que estés bien tú y tu pequeño hijo!’“
“Sí, venerable señor”, respondió el venerable Angulimala y al entrar a Savatthi dijo a aquella mujer: ‘Hermana, desde que nací a la noble vida, no tengo memoria de haberle privado, alguna vez e intencionalmente, la vida de algún ser vivo. Mediante esta verdad, ¡que estés bien tú y tu pequeño hijo!’ Después de eso, la mujer y su pequeño hijo se pusieron bien.
Entonces, el venerable Angulimala viviendo retirado en soledad, siendo diligente en la práctica, ferviente y decidido, no tardó mucho tiempo en descubrir por sí mismo, mediante el conocimiento directo, la meta suprema de esta vida santa, alcanzable aquí y ahora, meta por la cual los hombres del clan correctamente dejan la vida hogareña y se retiran a vivir una vida sin hogar. Y conoció directamente esto: “El nacimiento está destruido, la vida santa ha sido vivida, lo que se tuvo que hacer, ha sido realizado y he aquí que no hay más futuros estados de existencia”. Y el venerable Angulimala llegó a ser uno de los arahants.
Entonces, de mañana temprano, el venerable Angulimala se vistió, tomó su cuenco y el hábito exterior y se fue a Savatthi en búsqueda de las limosnas. Esta vez, alguien lanzó un terrón y golpeó el cuerpo del venerable Angulimala, y otra persona lanzó un palo y también golpeó el cuerpo del venerable Angulimala, y alguien más lanzó un tarro, golpeando su cuerpo. Entonces, el venerable Angulimala llegó junto al Bienaventurado con la sangre derramándose de su cabeza cortada, con su cuenco roto y con su hábito exterior rasgado. El Bienaventurado, viéndolo venir desde cierta distancia, le dijo: “¡Sopórtalo, brahmán, sopórtalo, brahmán! Estás experimentando aquí y ahora los resultados de tus acciones, por culpa de las cuales podrías haber sido torturado en el infierno por muchos años, por muchos centenares de años, por muchos miles de años.”
Entonces, mientras el venerable Angulimala, estaba retirado en soledad, experimentó la dicha de la liberación, y compuso estas exclamaciones gozosas:
- “Quien alguna vez vivió en la negligencia,
- Y luego, no fue más negligente,
- Ilumina este mundo,
- Como la luna que se libera de las nubes.
- Quien detiene las malas acciones que cometía,
- Haciendo cosas beneficiosas, en lugar de aquellas,
- Ilumina este mundo,
- Como la luna que se libera de las nubes.
- El joven monje que con devoción
- Se esfuerza para cumplir la enseñanza del Buda,
- Ilumina este mundo,
- Como la luna que se libera de las nubes.
- Que mis enemigos escuchen el discurso del Dhamma,
- Que sean devotos a la enseñanza del Buda,
- Que mis enemigos se desvivan por la buena gente,
- Que conduce a otros a aceptar el Dhamma.
- Qué mis enemigos apresten el oído de tanto en tanto,
- Y escuchen el Dhamma por parte de aquellos que lo predican con paciencia,
- Por parte de aquellos que hablan bien y elogian la amabilidad,
- Y que los sigan con sus ejemplares acciones.
- Entonces, sin duda, no tendrán más deseos de dañarme,
- Ni estarán pensando en lastimar a otros seres,
- Así que, los que quieren proteger a todos, a los débiles y a los fuertes,
- Que alcancen la insuperable paz.
- Los que hacen los ductos amansan a las aguas,
- Los flecheros enderezan las flechas afiladas,
- Los carpinteros trabajan la madera,
- Pero los hombres sabios, se amansan a sí mismos.
- He aquí, hay algunos que fueron domados con palizas,
- Otros con aguijadas o con látigos,
- Pero yo fui domado por uno
- Que no tuvo vástago ni armas.
- ‘Inocuo” es el nombre que llevo ahora,
- Aunque fui peligroso en el pasado.
- Y este nombre es verdadero
- Porque ya no daño a ningún ser viviente.
- Y aunque alguna vez vivía como un bandido,
- Conocido como “Guirnalda de dedos”,
- Alguien que derramó un gran río de sangre,
- Me fui por refugio al Buda.
- Y aunque alguna vez fui el que derramaba sangre,
- Con el nombre “Guirnalda de dedos”,
- Viendo el refugio que encontré,
- Los lazos que me ataban a las existencias, han sido cortados.
- Aunque haya cometido muchos actos que conducen
- Al renacimiento en reinos bajos,
- El resultado de ellos ya me alcanzó ahora,
- Y así, me alimento libre de deudas.
- Son tontos y carecen de sentido,
- Aquellos que se entregan a sí mismos a la negligencia,
- Pero aquellos que son sabios son diligentes,
- Y se ocupan en su propia suprema meta.
- No sigas el camino de la negligencia,
- No mires con deleite a los placeres sensuales,
- Sino medita diligentemente,
- Para así, alcanzar la felicidad perfecta.
- Sea bienvenida la elección que hice,
- Y que la misma perdure porque fue bien hecha;
- De todas las enseñanzas existentes,
- Escogí la mejor.
- Sea bienvenida la elección que hice,
- Y que la misma permanezca porque fue bien hecha;
- He alcanzado el triple conocimiento,
- Y he realizado todo lo que el Buda enseña.”